Inconveniencias
Luego, si se fijan, acaban arrancando esa hilacha de su
pantalón, porque queda feo que el marido de una diseñadora presente esas
incorrecciones técnicas y es entonces cuando puede asistir al desfile sin que
desentone con el resto de invitados, que, igual que las modelos, también
parecen haber sido retocados con Photoshop. A veces se pregunta cómo consiguió
que le dejaran casarse con ella. Pero sobre todo trata de comprender por qué
sigue intentando no decepcionarla cada día.
Anuncio de betún
Luego, si se fijan, acaban arrancando esa hilacha de su
pantalón antes de pasarle a maquillaje, que consiste en una buena limpieza de
zapatos, generalmente con un producto diferente al anunciado, porque lo importante
es que brillen mucho. A eso se ha acabado dedicando, a ser modelo de pies,
desnudos o calzados. No se siente orgulloso, pero cobra más que cuando era
modelo de orejas y quizá ahorre lo suficiente para montar su propia clínica y
poder ejercer.
Puntillosas
Luego, si se fijan, acaban arrancando esa hilacha de su
pantalón, sin darse cuenta de que la costura se resiente y es probable que
cuando salga al escenario se haya convertido en un descosido sin remedio que
deja naúfrago al pequeño artista. Pero las profes son así, se ponen nerviosas
en todas las funciones ¡como si fueran a actuar ellas!
Niños perfumados
Luego, si se fijan,
acaban arrancando esa hilacha de su pantalón antes de dejarles salir de casa,
porque son madres modelo y siempre están pendientes de que el aspecto sea
impecable. Y que no falte la colonia a chorros y la gomina en el pelo para que
sus hijos sean respetados desde lejos.
Mi madre no es de
esas, por eso nunca me regaña cuando me mancho de barro, rompo la chaqueta o me
despeino jugando. Ella dice que las personas somos animales y debemos oler a
gente para que los demás nos acepten. Y también dice que los aromas
artificiales solo sirven para tratar de disimular el olor a estupidez.
Detalles
Luego, si se fijan, acaban arrancando esa hilacha de su
pantalón, porque ya no saben qué hacer para entretener las manos temblorosas y
la mirada inquieta mientras esperan su turno para la entrevista. Es entonces
cuando, sin saberlo, pasan la primera criba: todos aquellos candidatos que se
hurgan la nariz, miran el reloj con impaciencia o deciden evadirse en su
smartphone, son rechazados de inmediato. Después tienen que seguir demostrando
que saben emplear los tiempos muertos en cosas útiles, como ordenar papeles, archivar
documentos o limpiar el polvo de la mesa.