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martes, 1 de marzo de 2016

Secuestros



La maquinaria de la nave era aún más aterradora por las noches: el ruido de aquel gigante respirando eclipsaba el suave ronquido de los abducidos. Aunque, cuando el burbujeo del oxígeno disfrazaba de submarino la estancia, era posible bucear hasta el océano de la Tierra y que las estrellas marinas iluminaran el sueño.
Pero por la mañana volvían los extraterrestres con sus máscaras, dispuestos a extraer todo tipo de muestras, clavar agujas y hacer mil preguntas. A veces trasladaban a la gente hacia salas tenebrosas, llenas de aparatos con cámaras y rayos. Y, a todas horas, hacían circular bandejas repletas de alimentos y vasitos con píldoras de colores.
Jaime ya estaba harto de aquella aventura espacial. Había presenciado cómo teletransportaban a Felipe para siempre al planeta más lejano: cerraron las cortinillas de improviso y al abrirlas había desaparecido, sin despedirse.
Así que esa tarde prometió vehementemente que nunca más volvería a creerse un astronauta, ni a intentar volar sin cohete y suplicó a su madre volver a casa cuando fue a verle.
Ella miró con tristeza la cama vacía de al lado y eso le asustó porque, esta vez,  no parecía tener el poder para lograr que el juego terminara. 


(A Marina y, sobre todo, a Marité) 

 Relato presentado a la segunda convocatoria de 2016 de Esta Noche Te Cuento como homenaje a los viajes espaciales http://estanochetecuento.com/09-secuestros-eva-garcia/

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